El archivo, que popularizó la opción de compartir canciones en internet generando así una nueva industria, fue creado por un grupo de investigadores en Alemania.
La innovación no llegó de Silicon Valley, sino de Baviera: científicos del Fraunhofer-Institut für Integrierte Schaltungen, en la localidad de Erlangen, se devanaban los sesos para intentar desarrollar un medio que retransmitiera la música con la calidad de tono adecuada. Hace 20 años ese formato de música digital recibió su nombre: el "MP3".
Las dos letras y el número eran una abreviatura de la complicada denominación técnica para comprimir audios ISO Standard IS 11172-3 "MPEG Audio Layer 3". Los científicos consiguieron entonces comprimir datos de audio de forma que la música digital ocupaba muchos menos espacio a la hora de almacenarla que antes. Desarrollar esa técnica llevó a que se impusiera el iPod, quedasen confinados en las estanterías muchos CDs, se relegasen al olvido los casettes y que la industria de la música sufriera un gran vuelco.
"El sueño de cualquier científico es desarrollar algo que sea útil para la humanidad", dijo Karlheinz Brandenburg. El ingeniero electrónico y matemático desarrolló junto a sus colegas Harald Popp y Bernhard Grill el proceso de compresión de datos de audio en un archivo MP3. "Soñábamos entonces con una radio digital y millones de usuarios. Ahora son muchos miles de millones los aparatos que trabajan con el formato, lo que supera ampliamente el sueño de entonces", dijo.
Cuando los ocho investigadores del equipo del Fraunhofer consiguieron el avance técnico, desconocían el efecto que tendría en el mercado. Al inicio fue todo "muy difícil", dijo Popp. Los pesimistas preguntaban si existiría un aparato que pudiese reproducir una colección de música en formato mini.
Los planes iniciales eran que un codificador-software convirtiese la música en formato MP3. Estaba pensado sobre todo para la industria musical e iba a resultar caro. Pero en 1997, un estudiante australiano compró un programa similar, examinó el mecanismo y colgó en la red un codificador libre para todos. "El cedió nuestro modelo de negocio", lamentó Brandenburg en una entrevista con la radio estadounidense NPR en 2011. A partir de entonces, cualquier CD podía transformarse en el manejable archivo MP3, que no era demasiado pesado para las entonces lentas conexiones a Internet.
En 1998 comenzaron a aparecer los primeros reproductores de MP3 en las tiendas. Pero sólo cuando el presidente de Apple Steve Jobs presentó en 2001 el primer iPod comenzó a imponerse el MP3 como reproductor de música. Ahora, prácticamente cualquier teléfono inteligente graba datos en formato MP3.
El MP3 cambió, así, la vida de los amantes de la música: podían escuchar sus canciones favoritas de la forma más sencilla sin estar pendientes de los CDs, ni de guardarlos en sus cajas. De forma muy sencilla se podían unir todas las canciones favoritas de un álbum en una "playlist" (lista de canciones).
Y como este invento revolucionario no se limitó sólo a los reproductores de música, sino que también posibilitaba el escuchar música en Internet, Karlheinz Brandenburg ingresó el año pasado en el Salón de la Fama de Internet como codescubridor del MP3.
Gracias al MP3 resultó más fácil enviar y copiar música. Pero estas facilidades también desembocaron en abusos: en 1999 arrancó la plataforma de intercambio de archivos online Napster. Dos años después se habían intercambiado en la plataforma 2.000 millones de canciones (en su mayoría ilegal).
Pero el MP3 tiene mala fama por otras razones: Algunos aseguran que el formato ha empeorado la calidad de tono de la música. El proceso de compresión no funciona sin pérdidas, es decir, que parte del espectro de tonos se pierde ya que el margen de frecuencia en una canción se reduce.
Los científicos se aprovecharon en este sentido de las propiedades del oído humano, pues con el MP3 suenan especialmente bien las partes de la música que el ser humano oye bien. Si por ejemplo una flauta se impone por encima de una trompeta, tras la compresión la flauta suena menos. Se filtran todos los tonos a los que se pueden renunciar, por lo que se ahorra en datos.
Sólo las personas que tienen un oído muy fino pueden debatir sobre la pérdida de calidad de sonido con la compresión. Para el resto de los mortales las "pérdidas" son casi imperceptibles, sobre todo cuando si se utiliza una elevada velocidad de transmisión de datos en la música. La calidad del sonido depende también de otros factores, como los altavoces, amplificadores o auriculares que se empleen.
La evolución actual de la compresión de audio ha dejado atrás la era del reproductor MP3. En la actualidad, para escuchar música cuando uno se desplaza no se necesidad mucha capacidad de almacenamiento, sino ancho de banda para el streaming. Y también en este sentido el descubrimiento alemán desempeña un papel considerable: "El MP3 no es sólo para la música en el PC", afirma Grill. Más bien es un formato estándar de música para todo. "En la actualidad probablemente hay activos decenas de miles de servicios de streaming con MP3". El resto emplea en su mayoría formatos como el AAC (sucesor del MP3) y que también lo desarrolló Grill y sus colegas.
Como en el futuro se dispondrá de mayor ancho de bando, los expertos se preguntan cuándo el MP3 quedará en un segundo plano por el avance de otros formatos. Después de todo, los amantes de la música pueden quedarse tranquilos de que las canciones en MP3 no se han quedado obsoletas. El coinventor del MP3 augura que dentro de 100 años se podrán escuchar los datos de hoy.
Fuente: www.noticiasdot.com
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